En este caminar, con otros, se aprende y se desaprenden, cosas, tendencias, vivencias, en fin saberes. Comparto con ustedes este caminar, con algunos artículos, ensayos, notas, comentarios, y extractos de algunos libros, espero sus comentarios, que nutran esta experiencia y convide a otros a caminar.

SOCIEDADES INTELIGENTES vs SOCIEDADES ESTÚPIDAS


Recientemente leí un libro del filósofo español José Antonio Marina titulado: “La inteligencia fracasada: teoría y práctica de la estupidez” que me ha impresionado mucho. Trata el autor de la frecuencia con que personas inteligentes toman decisiones estúpidas. Incluso se pregunta ¿Por qué las personas inteligentes pueden ser tan estúpidas? Al final tiene un interesante capítulo que extiende el desarrollo conceptual y trata el tema de las sociedades inteligentes y las sociedades estúpidas.

Alfredo Bryce-Echenique publicó en El Mercurio de Santiago de Chile un artículo que fue reproducido por El Nacional de 3 de julio 2006 titulado “La estupidez perjudica gravemente la salud”. Se refiere el escritor a los escasos estudios sobre este fenómeno que es “la primera causa de sufrimiento de nuestra especie”. Define el escritor peruano, autor de numerosas obras literarias, entre otras Un mundo para Julios y El huerto de mi amada: “el estúpido es aquel que causa daño a otros sin obtener provecho alguno, en contraposición al inteligente, que sabe conseguir beneficio para los demás y para sí mismo”



Los fracasos de la inteligencia son causa de muchos problemas, que no los sufre solo el que comete la falta, sino que son causa de sufrimientos para mucha gente inocente. Decisiones equivocadas que afectan la calidad de vida, el bienestar o la felicidad propia y de los demás. Lamentablemente la historia está llena de ejemplos que incluso se repiten de manera obstinada, para desgracia de los que los sufren.

Las causas de la estupidez son variadas, la más común es la ligereza de la palabra. “El que mucho habla mucho hierra” reza la sentencia popular. También están los prejuicios, la superstición, el dogmatismo y, en particular, el fanatismo. A esta lista se pueden agregar la excesiva credulidad, las emociones, los apegos, la frustración, la rabia, el resentimiento, el rencor, la pereza, la abulia, las impulsividad, la soberbia, el odio y el peor de todos los vicios: la envidia

La procrastinación es otro de los vicios que determina la estupidez de la gente inteligente. Es dejar para otro día lo que se debe hacer hoy. Aplazar las cosas o hacerlas a última hora, a toda prisa. Hay gente experta en inventar los mejores y convincentes argumentos para aplazar la ejecución de un asunto que sabemos que debe hacerse ya. Así las decisiones no se toman, o la tarea no se hace, esperando mejores condiciones.Lo que se pone en evidencia para los individuos, puede extenderse a la sociedad. Así como existen sociedades inteligentes, también las hay estúpidas. “Una sociedad inteligente elige bien su sistema de valores, concede prestigio a los mejores, sabe admirar, mantiene una comunicación no sesgada, se empeña en comprender, es crítica pero animosa, favorece la innovación, fomenta buenos estilos afectivos, desprecia la zafiedad, estimula la autonomía comprometida”.

“Las sociedades estúpidas son aquellas en que las creencias vigentes, los modos de resolver los conflictos, los sistemas de evaluación y los modos de vida, disminuyen las posibilidades de las inteligencias privadas”. Una sociedad embrutecida o encanallada, resentida o envidiosa o fanática o frívola es una sociedad estúpida, porque causa mucho mal a sus individuos e impide que la inteligencia se despliegue.

Robert Putnam decía en su famoso estudio comparativo entre la Italia del norte y la del sur que existen sociedades “malditas” para referirse a aquellas donde existe un grave déficit de “capital social”, entendido este como la red de organizaciones solidarias, el clima de confianza, el Estado de Derecho y una cultura positiva, estimulante. Al estudiar las comunidades del norte describió una sociedad virtuosa, con alto grado de autónoma, solidaria y emprendedora. En cambio al sur de ese país encontró una sociedad que tiende a ser dependiente de otro para la solución de sus problemas, donde predomina la desconfianza y la rivalidad.

Francis Fukuyama escribió en 1995 un libro titulado “Confianza” (Fukuyama, 1996) para demostrar que la prosperidad de las naciones (y de las empresas, familias e individuos) dependen de sus características culturales. “Las virtudes sociales, incluyendo la honestidad, la confiabilidad, la colaboración y el sentido del deber para el prójimo, son de importancia crítica para generar las virtudes individuales”. “En muchas sociedades preindustriales - cita Fukuyama -, nada asegura que un hombre de negocios concurra con puntualidad a una reunión, que las ganancias no serán retiradas de la empresa y gastadas por familiares y amigos en lugar de ser reinvertidos, o que los fondos estatales destinados al desarrollo de la infraestructura del país no irán a para a los bolsillos de los funcionarios encargados de su distribución”.

En un estudio citado por Fukuyama sobre las bases morales de una comunidad atrasada realizado por Edgard Banfiel para describir la vida social de una comunidad campesina del sur de Italia, introduce el concepto de “familismo amoral”, para caracterizar a una comunidad donde la solidaridad solo se reducía al espacio íntimo familiar, mientras la desconfianza privaba hacia fuera, no había responsabilidad pública y las redes sociales eran mínimas.

Existen tres vías básicas para que conducen a la sociabilidad, afirma Fukuyama: “la primera se basa en la familia y el parentesco; la segunda, en las asociaciones voluntarias con terceros, como colegios, clubes y organizaciones profesionales; y la tercera en el Estado. También existen tres formas de organización económica; que corresponden a cada una de esas vías: la empresa familiar, la gran empresa conducida por profesionales y las empresas estatales o subsidiadas por el Estado”. Las culturas que han escogido la primera y la tercera vía tienen grandes dificultades para generar prosperidad. Esas vías pueden ser puntos de partida, pero solo eso. Douglas North se ganó el premio Nóbel de economía, en parte porque demostró que el desarrollo económico tenía una fuerte vinculación con el desarrollo institucional, y con las normas y los valores de una sociedad. Donde existe esa calidad cultural, confianza o altos niveles de capital social, también existirán empresas y empresarios prósperos, que son la base de la superación de la pobreza e, incluso, de un desarrollo democrático maduro.

¿Por qué entonces existen sociedades que insisten en las vías ampliamente demostradas como equivocadas? Porque son estúpidas. Los alemanes eran inteligentes, tenían las mejores universidades del mundo y los filósofos más destacadas, sin embargo se entregaron con fanático fervor al nacional-socialismo. Lo mismo pasó con los italianos y el fascismo. Recientemente los servios repitieron el tema del racismo y el holocausto. En América Latina se han experimentado muchos modelos, estatistas, centralistas, militaristas, neoliberales, socialistas y han resultado en grandes fracasos. Pero se vuelven a repetir los errores.

¿Por qué las sociedades inteligentes toman decisiones estúpidas?¿Por qué las grandes mayorías con mucha frecuencia se entregan sin pensarlo mucho en brazos de líderes mesiánicos, si siempre se han fracasado por esa vía?. Una sociedad resentida, dice Marina, o envidiosa o fanática o racista puede equivocarse colectivamente y, por el contrario, un hombre solo puede tener la razón frente al mundo entero. Al igual que el individuo, las sociedades fracasan por que son prejuiciosas, fanáticas, supersticiosas, o por que son de temperamento agresivo, o egoísta o por que no lograr ponerse de acuerdo en sus objetivos y metas. También porque son ignorantes, es decir se desconocen, ignoran sus raíces históricas y sus bases territoriales, su cultura, sus potencialidades o los obstáculos de que deben vencer.

Una de las mejores formas de poner en evidencia el grado de inteligencia de una sociedad - o su grado de estupidez – es por las conversaciones. Nietzsche llamó “el lenguaje del bien y del mal” de un pueblo a esta cultura heredada que es la palabra usual, el habla cotidiana. Una conversación puede enriquecer, enseñar, mejorar las relaciones, elevar la cultura de los que hablan, consolidar su amistad. Otra conversación, en cambio, puede herir, deprimir, disociar, empobrecer. Las conversaciones predominantes en una comunidad dan el grado de inteligencia de esa sociedad. El chismorreo, la murmuración, las habladurías, empequeñecen a todos y hacen que una sociedad se idiotice y se comporte de manera estúpida. Lo mismo pasa con una familia o una organización.

En las comunidades donde triunfa la inteligencia, las conversaciones estimulan, premian, animan y hacen que el grupo logre cosas extraordinarias. En las comunidades estúpidas las conversaciones ridiculizan al exitoso, se burlan del triunfador, escamotean los logros y provocan que los fracasos se acumulen y se le tenga miedo a la creatividad, a la innovación y al emprendimiento. Hay en consecuencia conversaciones inteligentes y conversaciones estúpidas.

Ahora bien, una sociedad, si se lo propone, puede mejorar su inteligencia, aprender a tomar mejores decisiones, incrementar su capital social, mejorar su densidad cívica y emprender el camino de su prosperidad. Para ello es indispensable trazar ese camino, saber para donde se va, como se va y con quien, cuanto cuesta y tener previsiones para los obstáculos, así como estar avisado para aprovechar las oportunidades.Para una elaborar una estrategia de desarrollo con posibilidades de éxito, debe ponerse a su servicio toda la inteligencia posible, las mejores mentes, los mejores asesores y la convergencia de voluntades para armar consensos en torno a los grandes objetivos y en torno a las estrategias. Inventar el futuro exige un enorme y generoso esfuerzo y la sociedad debe apelar a sus mejores reservas para conseguirlo. 

No se donde leí la frase “yo invento mi pasado”, una expresión extraña, pues la proposición que se usa en planificación estratégica es “yo invento mi futuro”. Sin embargo me interesa mucho esa atrevida frase, porque es muy útil a la hora de buscar en la historia de la comunidad, aquellos rasgos que pueden potenciar el invento de un futuro deseable. Si hay sociedades malditas, por la escasa calidad de su capital social, el exorcismo puede hacerse, invocando las mejores virtudes cultivadas a lo largo del proceso histórico de la comunidad, encontrando ventajas geográficas y culturales, colocando como arquetipos a imitar a personajes importantes, destacando hechos importantes de los cuales la gente se sienta orgullosa, rescatando viejas construcciones hermosas y emblemáticas de mejores tiempos y muchas otras maneras.

Los buenos ejemplos son excelentes para derrotar la estupidez. Muchas comunidades fracasadas lograron superar con éxito su situación y hoy exhiben orgullosas su nueva situación. Irlanda es un caso patético de una sociedad fracasada, llena de prejuicios y de fanatismos, que un día tomó la decisión de ser más inteligente, y hoy es una de los países más exitosos del mundo. 

La educación es la mejor arma contra la estupidez, aunque no garantiza su curación. Formar ciudadanía, estimular la creatividad y la innovación, promover el espíritu emprendedor, hace que se muevan las reservas positivas de la sociedad.También las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones ayudan mucho, al abrir la sociedad al mundo, que la gente vea que existen otras realidades, distintas a la suya. Unas serán mejores, otras peores, aprender a saber la diferencia, y apreciarla, con el fin de estimular los cambios.


Las sociedades inteligentes exitosas no son sociedades perfectas, ni sus integrantes son superiores (cuando se creen superiores comienzan a fracasar). Solo son sociedades que han aprendido a tejer relaciones de solidaridad, hacer bien las cosas, resolver adecuadamente los conflictos y tenerse confianza. Son gente común y corriente que conversan en positivo, se organizan y tejen relaciones.Las sociedades estúpidas a lo mejor se creen perfectas, o mejores, sin embargo son un fracaso. Su gente es normal, pero tienen conversaciones negativas, son desorganizados y no se relacionan. Mientras no cambien están condenadas al fracaso. Eso depende de ellas.


Por Francisco Gonzalez Cruz. Vía FGC



3 comentarios:

Rachele dijo...

This is gorgeous!

richard dijo...

excelente articulo profesor

lalok dijo...

la experiencia y la practica da la sabiduria.
pero aun asi la estupidez nos acompaña hasta el dia de nuestra muerte, en teoria el humano por mas que estudie por mas que trate nunca dejara de ser estupido pues siempre dependera de la perspectiva de los demas, para quedar inmortalizado como un genio o un ser estupido(normal) que tuvo un momento de genialidad, hasta un borracho o un enfermo mental sufre de estos episodios de genialidad asi como otros despues de una buena racha de ideas, su fin al igual que la vida pronto se ve llegar