La universidad
latinoamericana desde mi mirar, ha heredado los vicios del modelo clásico de
enseñanza, de alguna forma y en algunas
áreas se ha vuelto obsoleta, quizás porque las exigencias e interrelaciones
entre ciencia, educación y sociedad no son las mismas que las de siglos
pasados.
Las universidades,
deben cambiar la mirada, y darse cuenta que las innovaciones en pensul,
incorporaciones de materias, implementación de tecnologías, no son aportes
reales a la formación, sino se acepta, que los estudiantes de ahora, no son los
de hace 60 años; que a los jóvenes de ahora hay que formarlos pensando en la
educación y en las herramientas que necesitaran 15 años más adelante, esto nos
invita no solo a la búsqueda de nuevas metodologías, sino a la creación de
espacios de reflexión.
La universidad latinoamericana
necesita migrar un aun modelo que valore las emociones, la espiritualidad, la
humanidad, el acompañar, sin descuidar claros fundamentos teóricos que permitan
gatillar nuevas reflexiones, nuevas interpretaciones, nuevas innovaciones. Un
modelo donde el profesor, es un facilitador de espacio de aprendizaje, que
potencias sus sesiones, con sus experiencias y que tiene claro que en un aula, tanto crece el que aporta como el que aprende.