“creatividad-con-reflexión-ética”
“¿Por qué me impones lo que sabes
si quiero yo aprender lo desconocido y ser fuente en mi propio descubrimiento?
El ruido de tu verdad es mi tragedia; tu sabiduría, mi negación; tu conquista,
mi ausencia; tu hacer, mi destrucción.
Tu conocimiento nos muestra el mundo o lo niega, porque es la historia de
tus actos, o lo negará porque despertando tu imaginación te llevará a
cambiarlo.
Deja que lo nuevo sea lo nuevo y que el tránsito sea la negación del
presente; deja que lo conocido sea mi liberación, no mi esclavitud. No es poco
lo que te pido. Tú has creído que todo ser humano puede pensar, que todo ser
humano puede sentir. Tú has creído que todo ser humano puede amar y crear.
Comprendo pues tu temor cuando te pido que vivas de acuerdo a tu sabiduría y que
tú respetes tus creencias; ya no podrás predecir la conducta de tu vecino,
tendrás que mirarlo; ya no sabrás lo que él te dice escuchándote, tendrás que
dejar poesía en sus palabras. El error será nuevamente posible en el despertar
de la creatividad, y el otro tendrá presencia. Tú, yo y él tendremos que hacer
el mundo.
La verdad perderá su imperio para que el ser humano tenga el suyo. No me
instruyas, vive junto a mí; tu fracaso es que yo sea idéntico a ti.”
Poema del Estudiante, escrito
por Maturana, H .1997 “El sentido de lo humano” C. Sáez Editor
págs. 95-98.
En la cotidianidad de este nuevo siglo, presenciamos un conglomerado de cambios que influyen de manera directa en nuestra estructura social, cultura y en nuestra identidad; en fin, afecta lo que todos conocemos como “VIDA”. La sociedad moderna se ve agobiada al tratar de permear y asimilar la avalancha tecnológica, social, cultural y espiritual, y las personas tratan de no rezagarse y adaptarse, en fin, la sociedad actual ha sido testigo de cómo su mundo se reduce al desiderátum común de innovarse, como la vía para sobrevivir y convivir.
Somos protagonistas de profundos cambios socios culturales enmarcados en un contexto globalizante. Cambios que conllevan, en muchos casos, a una percepción axiológica o de valores donde se prioriza lo pragmático, material y económico, por sobre lo emocional, espiritual, moral o ético. Sin duda en los últimos años el fenómeno de las redes sociales, junto con los aportes de grandes pensadores en nuevas áreas de conocimiento y la conducta, han permitido un crecimiento exponencial del conocimiento humano, del hacer, del ser, del estar, del bienestar.
Todo esto nos dibuja a grosso modo el escenario inicial del nuevo milenio, este siglo se inicia con un mundo totalmente distinto al que vivieron generaciones anteriores y parte de la nuestra, donde las palabras “Dinámico” y “Cambiante” son premisas fundamentales. Las innovaciones, crean nuevas profesiones y con ellos se requieren nuevas competencias.
Este es el panorama que encuentran muchas personas, profesionales y/o emprendedores, al tratar de ejercer la profesión para la cual se prepararon, sobre todo cuando fueron acostumbrados a la “seguridad” que le brinda la academia, donde todo se reduce a metas logradas en función de la aplicación, en aulas que los desconectan de la realidad que les espera y donde se tiene la certeza de tener en sus manos “la sabiduría y la verdad”, y en algunos caso, los perjudican a tal punto de hacerles creer que son los amos de la verdad. Esto nos invita a dar a una mirada a la manera ¿Cómo practicamos la docencia? y a ¿mirar con atención quienes están frente a nosotros?. Imaginemos, un aula de clase, pupitres frete a la pizarra, alumnos sentados mirando al profesor, profesor que escribe en la pizarra y les deja claro a todos que él es el que maneja la información y tiene la experiencia y solo aquellos que presten atención serán dignos de nutrirse de su sabiduría. ¿se les hace familiar este escenario? Seguro estoy que sí.
El sistema de “enseñanza clásico”, como muchos llaman, y que a bien tuve ejemplificarles es desde mi mirada un sistema obsoleto, empezando desde la manera de llamarlo. Quisiera desarrollar mi idea, invitándolos a que junto a mí hagamos algunas reflexiones, preguntémonos ¿qué es Aprender?, para David Feldman, estudioso de los procesos que nos llevan a aprender no es más que “un proceso de cambio relativamente permanente en el comportamiento de una persona, generado por la experiencia”, y si vamos un paso más y buscamos la definición de experiencia encontraremos que es “una forma de conocimiento o habilidad derivados de la observación, de la vivencia de un evento proveniente del vivir”.
Si, el aprender se fundamenta en observar y vivir, entonces ¿que es un “maestro o docente” en el aula? Será que es él, el protagonista del aula de clase, o es una danza entre el estudiante o participante y el docente o el facilitador lo que convierte un aula en un espacio de aprendizaje. El Docente, tiene esa posibilidad de transformar espacios y crear posibilidades para que el estudiante viva, genere experiencias, reflexiones y aprenda. Pero el aprender, es decisión del estudiante, no del docente, el vivir genera emociones, las emociones nos lleva a querer, el querer nos permite experimentar y este a aprender. Por tanto querido lector, no existe un “sistema de enseñanza”, porque nadie ensena a nadie, yo aprendo, tu aprendes ellos aprenden si y solo la acción de aprender es querida y las condiciones están dadas.
Por otra parte, preguntémonos ¿cómo es el estudiante de hoy? Son los jóvenes de ahora, iguales a aquellos que fuimos en antaño, quienes escuchábamos atentos, inmóviles en ocasiones los relatos monótonos del maestro, que copiábamos como autómatas todo lo que en la pizarra estaba, en cuadernos con lápices de grafitos finados con un saca punta, y que temíamos como nada, pasar al frente del salón a leer y jamás pensamos en refutar lo que el maestro decía. Sin duda que no, los estudiantes de ahora, son distintos son jóvenes que prefieren realizar multitareas, que funcionan mejor si trabajan en red, dan importancia a la identidad digital, prefieren gráficos antes que texto, corta, pega e hipervinculan, tiene la posibilidad de adaptarse a cualquier tecnología en minutos, pueden enviar cientos de mensajes de textos por día y redactado en solo 140 caracteres, pueden manejar grandes volumen de informacion y si no están conectado a la red no existen; son nativos digitales, como llama Marc Prensky, a quienes en estos tiempos entran en nuestras aulas.
Por último, pregúntese, son las aulas de hoy, iguales a las que usted tuvo la oportunidad de estar? Y serán estas iguales a las que tendremos en 10 o 20 años?, nuevamente no, yo tuve la oportunidades de vivir mi proceso de aprendizaje en aulas con pupitres de madera, pizarra verde, pintada en la pared, tiza de cal blanca y cuando el docente era innovador tizas de colores, cuadernos de papel, lápices de grafito con sacapuntas de metal y un morral lleno de libros uno por materia. En estos tiempos, las son acrílicas, y tienes infinidad de colores, retroproyectores y hasta proyectores multimedia, en algunos casos, los estudiantes poseen equipos portátiles, con redes fifí que les permite documentarse en la red a través de wiki pedía, mientras el profesor pregunta, teléfonos multimediales que pueden contener cientos de libros digitales de cada materia, ahora imagine todo el despliegue tecnológico que podría poseer las aulas del mañana, la infinidad de recurso con que podrá contar un docente y un estudiante a mediano plazo.
Queda preguntarnos, a quienes guiamos y como los guiamos, desechando esa certeza que como docente “enseñábamos”, preguntémonos ahora, desde nuestros espacio de aprendizaje, como docentes; nuestros estudiantes viven, la creatividad, la Innovacion, la lugarizacion, la pregunta como la más puras de las condiciones humana y la reflexión como la posibilidad de desprenderme de la certeza y así desaprender y aprender. Si no es así, entonces tienes en frente un reto, y algunos desafíos que debes fijarte.
El primer desafío es el desafío de los Paradigmas, como docente debemos cuestionarnos y salir de nuestro espacio de confort y trasladarnos al borde de nuestros paradigma, preguntarnos ¿Por qué no?, y a incorporar en nuestro hacer, nuevos elementos tecnológicos, incorporar nuestra experiencia de vida, y nuevas técnicas estructuradas y creativas; pero también debemos desafiar los paradigmas impuestos por el sistema tradicional a quienes aprenden, ese que, no se ocupa de las condiciones y competencias propias de cada participante, donde no se educa de cara a un pensamiento independiente, divergente y convergente, no se fomenta el riesgo de pensar con conceptos que no son los tradicionales, se reprime la curiosidad que nace con cada individuo, y se castiga el error, no sólo se fomenta y estimula el pensamiento conformista, sino que se bloquea la originalidad, por tanto se sesga esas competencias creativas del ser, que ayudan a adaptarse creativamente a problemas futuros. Hoy desde las aulas se enseña, un saber-hacer que consiste en poder manipular la realidad. Pero este saber- hacer nada tiene que ver con el saber- vivir y saber actuar y, por esto, se puede llegar a ser un excelente profesional en términos de saber-hacer, pero al mismo tiempo no lograr un mínimo de desarrollo personal en términos de saber-vivir.[1]
Las universidades o facilita espacio e aprendizaje; deben cambiar la mirada, y darse cuenta que las innovaciones en pensul, incorporaciones de materias, implementación de tecnologías, no son aportes reales a la formación, sino se acepta, que los estudiantes de ahora, no son los de hace 10 años; que a los jóvenes de ahora hay que formarlos pensando en la educación y en las herramientas que necesitaran 15 años más adelante, para Juan José Gutiérrez[2], Director de INNCREA, empresa chilena dedicada al estudio y facilitación de espacios de creatividad e innovación, “Esto nos lleva no sólo a la búsqueda de nuevas metodologías, sino a la creación de espacios de reflexión sobre su quehacer como universidad, buscando soluciones viables para hacer un proyecto de transformación social, y no quedarse dando vueltas alrededor de los libros para sólo transmitir contenidos”.
Necesitamos migrar a un modelo que valore las emociones, la espiritualidad, la humanidad, el acompañar, sin descuidar claro fundamentos teóricos que permitan gatillar nuevas reflexiones, nuevas interpretaciones. Un modelo donde el profesor, es un facilitador de espacio de aprendizaje, que potencia sus sesiones con sus experiencias y que tiene claro que en el aula, tanto crece el que facilita como el que aprende. El segundo es el, de la flexibilidad, entendiéndola como la posibilidad que tenemos en aplicar esfuerzo para lograr cambios en nuestra manera de ser, en vivir la metanoia, en explorar y porque no convertirnos en migrantes digitales o docentes 2.0.
El ultimo desafío el desafío de la Didáctica, sobrevivimos a unos espacios de aprendizaje duros, quizás en la mayoría de los casos fríos, sabemos como no debe ser un aula creativa, innovadora, reflexiva, entonces porque no involucrar didácticas que vayan en congruencia con lo que sabemos, porque no llevar el juego como una herramienta que permita a estudiante vivir una experiencia y de allí reflexionar, porque no sacar a nuestros estudiantes del aula y llevarlos a empresas a conversar, dinámicas creativas, aulas cines, ese es desde mi mirar el tercer desafío que debería a sumir un docente en estos tiempos. Ahora es posible que algunos pienses que esto que presento es algo nuevo, sin embargo ya por el año 1996 la UNESCO presento un informe “La educación encierra un Tesoro”[3]; que gatillo parte de mis reflexiones, a través de cuatro pilares, el aprender a conocer, como la posibilidad de profundizar en los conocimientos en materias o áreas fundamentales, potenciando así el aprender a aprender. El aprender a hacer, donde no solo las actitudes son necesarias, sino la generación de competencias en el individuo que le permita convertirse en agente transformador de su realidad. El aprender a convivir, propiciando el amor al otro, o el conocimiento del otro como legitimo otro y el Aprender a ser, fomentando la innovación personal, que permita encontrarme con mi yo, romper con paradigma paralizadores, y permitirme reflexionar y decidir con libertad.
Una oportunidad interesante, que tiene el sistema educativo, en todo sus niveles es la posibilidad de insertar en sus adentros la creatividad para transformar, como la herramienta que permita romper con el sistema racional-cartesiano que hasta hoy sigue imperando en occidente. Citando a Mena[4] quisiera referirme a incorporar a la educación en general, y a la formación universitaria en particular una “creatividad-con-reflexión-ética” que ayude a un cambio “con sentido” cuya dirección es el bienestar del ser humano y las relaciones con un medio ambiente social y natural”.
Para cerrar quisiera compartí con ustedes un interesante y vigente planteamiento del filosofo Edgar Morín[5] en el cual desarrollar siete saberes necesarios para la educación del futuro y que Juan José Gutiérrez ha resumido con elegante agudeza:
1. Las cegueras del conocimiento: el error y la ilusión. La educación, que es la que tiende a comunicar los conocimientos, permanece ciega ante lo que es el conocimiento humano, sus disposiciones, imperfecciones, y no se preocupa en absoluto por hacer conocer lo que es conocer. Es necesario examinar la naturaleza del conocimiento.
2. Los principios de un conocimiento pertinente: El desafío es promover un conocimiento capaz de abordar problemas globales y fundamentales para inscribir allí los conocimientos parciales y locales. Es necesario desarrollar la aptitud natural de la inteligencia humana para ubicar todas sus informaciones en un contexto y en un conjunto, superando la fragmentación de las disciplinas.
3. Enseñar la condición humana: El ser humano es a la vez físico, biológico, psíquico, cultural, social e histórico. La fragmentación de las disciplinas imposibilita aprender lo que significa ser “humano”. Se requiere organizar conocimientos dispersos en las ciencias de la naturaleza, las ciencias humanas, la literatura y la filosofía.
4. Enseñar la identidad terrenal: El destino planetario del género humano debe convertirse en uno de los mayores objetos de la educación. Habrá que enseñar que todos los seres humanos vivimos en una misma comunidad de destino.
5. Enfrentar las incertidumbres: La educación debería comprender la enseñanza de las incertidumbres que han aparecido en las ciencias físicas, en las ciencias de la evolución biológica y en las ciencias históricas.
6. Enseñar la comprensión: La educación para la comprensión está ausente de nuestras enseñanzas. El planeta necesita comprensiones mutuas en todos los sentidos. La comprensión mutua entre humanos, tanto próximos como extraños es en adelante vital para la que las relaciones humanas salgan de su estado bárbaro de incomprensión.
7. La ética del género humano: La educación debe conducir a una “antropo-ética”, considerando el carácter ternario de la condición humana, que es el individuo < - > sociedad < - > especie. La ética no se podría enseñar con lecciones de moral. Ella debe formarse en las mentes a partir de la conciencia de que el humano es al mismo tiempo individuo, parte de la sociedad, parte de una especie.
Los que tenemos la enorme responsabilidad de facilitar espacios de aprendizaje, frente a estos desafíos podemos abrir nuevos espacios de reflexión-acción que nos ayuden a mejorar nuestras concepciones, estrategias y tácticas de cara a la educación universitaria del futuro.
[1] Ruz, J. (1990) Ocho afirmaciones sobre la formación, la ciencia, la democracia y los derechos del hombre. Estudios sociales N°66 (4), pp (47-58) Santiago: Corporación de Promoción Universitaria.
2] Juan José Gutiérrez (1993) Una aproximación comprensiva a la relación entre creatividad y aprendizaje a partir de un taller creativo con estudiantes universitarios de psicología.
[3] UNESCO-Delors (1996) La educación encierra un tesoro. Informe a la UNESCO de la comisión internacional sobre la educacióin para el siglo XXI. Santillana Ediciones UNESCO
[4] Mena, J. (1992) Reflexiones imprescindibles para la incorporación de la creatividad en el sistema educacional chileno. Las ovejas y el infinito. Santiago: Corporación de promoción universitaria.
[5] UNESCO-Morin. (199) Los siete saberes necesarios para la educación del futuro. Ediciones UNESCO
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