En este caminar, con otros, se aprende y se desaprenden, cosas, tendencias, vivencias, en fin saberes. Comparto con ustedes este caminar, con algunos artículos, ensayos, notas, comentarios, y extractos de algunos libros, espero sus comentarios, que nutran esta experiencia y convide a otros a caminar.

TRAS LA HUELLA DE UN SANTO

Resulta incuestionable la importancia que reviste destacar los valores humanos que representa el Dr. José Gregorio Hernández como venezolano ejemplar, como ciudadano, estudiante, profesor universitario, científico, médico y cristiano, de manera que sirva de paradigma de los valores que debe tener un venezolano, sobre todo en un país que sufre una profunda crisis en lo moral, ético y espiritual, donde los antivalores y falsos paradigmas enmarcan la conducta de un gran numero de venezolanos. Crisis que conlleva una profunda degradación de los valores que conforman la idiosincrasia de nuestro pueblo y definen su identidad.

Vivimos un proceso que lamentablemente que nos puede conducir a una peligrosa anomia social. De allí, la importancia que reviste rescatar, resaltar y mantener en vigencia la obra de hombres paradigmáticos y ejemplares como el Dr. José Gregorio Hernández.

La percepción mágica y la explotación comercial de la imagen del más insigne venezolano del siglo XX, han desdibujado la grandeza de su obra. Despojarlo de la superstición exacerbada que mitifica su legado, le acrecienta como un hombre que consagró su intelecto al servicio de sus semejantes, y como un cristiano que hizo de la practica de la virtud en grado heroico, el desideratum de su vida.

Resulta interesante que el 2004, como año conmemorativo de los 140 años del Natalicio del Dr. José Gregorio Hernández, coincida con esta grave crisis que mantiene a la sociedad venezolana dividida, en un peligroso ámbito de confrontación. Contexto que brinda la ocasión de abrir un espacio para la tolerancia y la unidad; resaltando los valores que representa la figura de este notable hombre y transformarla en emblema de la convivencia, dado el respeto y veneración que todos los venezolanos le profesamos.

El RELOJ PARADO A LAS SIETE

“Yo sé que la vida, la de verdad, es la suma de aquellos momentos que, aunque fugaces, nos permiten percibir la sintonía del universo”.
En una de las paredes de mi cuarto hay colgado un hermoso reloj antiguo que ya no funciona. Sus manecillas, detenidas desde casi siempre, señalan imperturbables la misma hora: las siete en punto.
Casi siempre, el reloj es sólo un inútil adorno sobre una blanquecina y vacía pared. Sin embargo, hay dos momentos en el día, dos fugaces instantes, en que el viejo reloj parece resurgir de sus cenizas como un ave fénix.
Cuando todos los relojes de la ciudad, en sus enloquecidos andares, y los cucús y los gongs de las máquinas hacen sonar siete veces su repetido canto, el viejo reloj de mi habitación parece cobrar vida. Dos veces al día, por la mañana y por la noche, el reloj se siente en completa armonía con el resto del mundo.