LAS LECCIONES DE LA FLECHA ROTA

Hace unos meses tuve la oportunidad de participar en un espacio de formación, invitado por, EduardoMartí, venezolano facilitador, escritor, conferencista y amigo, quien con esta invitación me permitió vivir una experiencia que género en mi algunas reflexiones que siento vale la pena compartir porque siento me han permitido afianzar el tipo de observador del mundo que soy; esta interesante experiencia de formación en el área de emprendimiento que dirige Eduardo, duro cinco días en un lugar llamado "Lares de mi chamarra", ubicado en la ciudad de Caracas, especialmente diseñado para actividades de este tipo, donde la naturales, el paisaje, la tranquilidad conspiran para llevarte a un estado de tranquilidad propicio para mirar y mirarte.

   

El primer día de taller a todos los que participamos no piden ser custodios de dos elementos, sin darnos ningún detalle nos entregan dos elementos un huevo (postura de gallina) y una flecha, solo dejando claro algunas condiciones,  la primera era velar por que a ninguno de los dos le pasara nada ya que eran vital su buen estado para poder tener como participantes un el feliz término en el  taller, y la segunda condición es que ambos elementos debería permanecer junto a nosotros, durante los cinco días a toda hora.

De inmediato todo el grupo se aboco a encontrar la manera creativa de idear alguna manera de portar los dos objetos, empleando materiales del entorno, ideando, posiciones y  estuches; en especial protegiendo la integridad del huevo ya que el mismo era el más frágil, y en el caso de la flecha solo buscando la manera de portarla ya que la condición de la flecha hecha de madera y metal, daba la tranquilidad de ser resistente, irrompible, duradera. Pasado unas horas cada participante en esta experiencia lucia con orgullo su obra de arte, súper estuches protectores de huevos que le brindaban la seguridad de llegar felices al final del taller y en alguna parte de su cuerpo o bolso portaba la flecha.

Esa primera noche entre el compartir del almuerzo y durante actividades recreativas uno de los compañeros de taller, con uno de los mejores súper estuches para portar huevos, al querer pasar por un lugar estrecho partió la flecha, lo cual provoco entre todos incluyéndome, el asombro y la risa ya que no existía nadie que tuviera un estuche porta huevo tan ingenioso como el de él, y nadie podía imaginar que alguna flecha pudiera romperse, incluso él que la rompió. Eso me invito a preguntarme ¿cómo y por qué?

De allí, emergió la palabra "certeza", y mi afirmación fue que la certeza fue quien rompió la flecha; fue tan fuerte la certeza compartida por todos, amarrada a la composición  física de la flecha en sí, entiéndase madera, metal;  que ninguno de los participantes al taller concibió la posibilidad que esta corriera riesgo y la abandonos a un segundo plano de prioridad, fue la certeza la que impido que alguno siquiera se planteara un "Tal vez"  o un "pude ser",  eso de inmediato me llevo a recordar al maestro Humberto Maturana cuando dice "… la certeza es el sesgo de nuestras capacidad de reflexionar y aprender".

De allí la primera lección de la flecha rota, "La certeza me hace vulnerable". ¿Cuantas veces en nuestras vidas en nuestros ámbitos personales, profesionales  y espirituales no cerramos a las posibilidades de crecer, de aprender, de vivir; por la influencia de la certeza que se alimenta de nuestros paradigmas y restricciones?

La mañana siguiente, al momento de iniciar la jornada formativa se dedicaron unos minutos para atender el caso de la flecha rota, ya que como se había acordado al inicio del programa, cada uno era responsable de su huevo y su flecha, por tanto le tocaba al colega “rompe flechas” disculparse ante todos por romper el acuerdo, poner en evidencia su irresponsabilidad para cumplir la tarea y hacer una solicitud de una flecha nueva que convenciera, a todos lo que participábamos y le permitiéramos seguir en el programa. Su presentación fue conmovedora los aportes de sus reflexiones tan contundentes, que de manera espontánea y sin dejar que terminara con su presentación decidí entregar mi flecha en gesto de reconocimiento a aporte al grupo y sus reflexiones.

Tamaño error cometí, ya que con mi gesto él paso a tener flecha y yo no, termine siendo yo el que rompió el acuerdo inicial y eso genero un revuelo en todos los participantes, nuevas reflexiones emergieron y algunas interesantes interpretaciones, ¿Que me llevo a entregar mi flecha sin tomar conciencia que en mi acción me convertía en un irresponsable? luego de un profundo padentrismo en mí emergió la respuesta,  "el querer ser buena gente". Mucho nos han inculcado el valor de la solidaridad para con otros pero poco nos han ayudado a diferenciar el ayudar, del solucionar,  bien podemos ayudar a otros a solucionar sus dificultades, pero en el afán de solucionárselo desdibujamos la ayuda desprendiéndolo de su responsabilidad y peor aún de su posibilidad de aprender a futuro, a solucionar dificultades similares; por ello “Ya no  quiero ser buena gente, solo quiero ser gente buena”

Cuatro días después termino esta extraordinaria experiencia, una flecha rota, dos lecciones, profundas reflexiones, muchos amigos y la grata sensación de poder mirarme, retarme y hacerme cargo. Con relación, a que paso al final de la jornada con la flecha y el huevo; pues no puedo decirles, como aprendí, no debo sesgar su posibilidad amigo lector de aprender de esa experiencia, lo invito a vivirla en uno de los programas de mi amigo EduardoMartí.